¿Lees novela erótica? ¿Te has corrido alguna vez cuando tus ojos se deslizan por las palabras escritas en páginas amarillentas, mientras sientes los latidos atenazando tu polla caliente y dura en el pantalón vaquero?

¿No has sentido como un escalofrío recorre tu espalda desde el pubis, dándote la sensación de que necesitas aire... o mejor, una boca que recorra esa verga erguida desde su base hasta la punta? Muy mojada, mucha saliva caliente resbalando por unos labios carnosos pintados de rojo que se desdibujan manchando el rostro femenino.

Mi rostro...

En su defecto puedes masturbarte, agarrar firmemente tu polla con la mano, rodear el capullo con los dedos gruesos y sentirla palpitar. Gemir.

¿Quieres correrte leyendo novela erótica? ¿Quieres que escriba porno para ti? ¿Quieres recordar estas palabras mientras estás conduciendo, acostado en la cama, o duchándote? ¿Quieres sentir como se te pone dura cuando el agua acaricia tu culo al entrar en el mar? ¿Quieres imaginarme jadear tu nombre mientras estamos separados, fantasear con cómo me masturbo tirada sobre la alfombra de mi dormitorio, como me penetro yo misma y me lamo los pezones... pensando en ti?

Como me estremezco al correrme... gritando tu nombre.

Imagina leche condensada resbalando por mis nalgas. Y ahora imagínala resbalando por mi coño rasurado. Imagina que la lames, que la chupas entera, y que yo te acompaño. Que nos pringamos entre sudor y azúcar.

Y ahora imagina que no es leche condensada...

¿Quieres?

Yo quiero que te corras pensando en mí.

Puedo hacer que te corras pensando en mí.

Puedo.

Puedo escribirte las cosas más calientes.

Puedo.

¿Quieres?

miércoles, 12 de octubre de 2011

Sentirte otra vez

Hubo un tiempo en mi vida en que separaba las piernas y los hombres acudían… Sí, en manada acudían. No sé si me olían, no sé si la vista de mis carnes prietas les excitaba, imagino que el sonido de mi voz llamándoles también ayudaba…

En ese tiempo disfruté de sus sexos tanto como pude, tanto como me ofrecieron. Fui amante y confidente, amiga y puta… Escuché tanto sus quejas como sus jadeos, sus lindas palabras y los insultos de los que tanto mi cuerpo gozaba. Sentía sus almas… escaparse por la leche espesa que me derramaban. Sentirlos latir… y no solo en la parte con la que me penetraban.
Los oídos son buenos para cierto tipo de males. Yo curaba de todo, sobre todo las ansiedades. La gente no puede entender que en el arte de una buena mamada puede residir la capacidad para aliviar la tensión que acongoja el alma. Dejarlos correr en mi boca, y luego tragarla… Dejarlos formar parte de mí mientras sus pollas impiden que el aire me alimente los pulmones. No porque me cuenten cosas, sino porque el jadeo que escucho salir de sus bocas sé que es para ellos una liberación. Por eso repetía, por eso probaba pollas. Escucharles gemir, sentirles vibrar… Para mí, que disfrutaba con sus corridas, el mejor sonido era el de sus voces llamándome puta.

Sentir sus descargas…
La liberación más absoluta, la relajación más sincera… Una corrida... Un interminable segundo en el que no importa nada. Ese segundo era mío, ese segundo me llenaba las horas muertas de la impertinencia de mi vida vacía.

Y ahora, con anillo de casada, con las piernas siempre cruzadas y la boca cerrada… Ahora, con la lengua anhelante, los labios tensos y la garganta preparada… Ahora, partida el alma en dos ante la duda de saber si al separar las piernas acudan igualmente olfateando mi sexo…
Ahora…

Ahora tiemblo ante la posibilidad de que alguien, justo detrás de mi oído… acariciando con la lengua la piel calentada con miradas severas y lascivas…
Ahora tiemblan mis piernas porque alguien me llame puta.


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