¿Lees novela erótica? ¿Te has corrido alguna vez cuando tus ojos se deslizan por las palabras escritas en páginas amarillentas, mientras sientes los latidos atenazando tu polla caliente y dura en el pantalón vaquero?

¿No has sentido como un escalofrío recorre tu espalda desde el pubis, dándote la sensación de que necesitas aire... o mejor, una boca que recorra esa verga erguida desde su base hasta la punta? Muy mojada, mucha saliva caliente resbalando por unos labios carnosos pintados de rojo que se desdibujan manchando el rostro femenino.

Mi rostro...

En su defecto puedes masturbarte, agarrar firmemente tu polla con la mano, rodear el capullo con los dedos gruesos y sentirla palpitar. Gemir.

¿Quieres correrte leyendo novela erótica? ¿Quieres que escriba porno para ti? ¿Quieres recordar estas palabras mientras estás conduciendo, acostado en la cama, o duchándote? ¿Quieres sentir como se te pone dura cuando el agua acaricia tu culo al entrar en el mar? ¿Quieres imaginarme jadear tu nombre mientras estamos separados, fantasear con cómo me masturbo tirada sobre la alfombra de mi dormitorio, como me penetro yo misma y me lamo los pezones... pensando en ti?

Como me estremezco al correrme... gritando tu nombre.

Imagina leche condensada resbalando por mis nalgas. Y ahora imagínala resbalando por mi coño rasurado. Imagina que la lames, que la chupas entera, y que yo te acompaño. Que nos pringamos entre sudor y azúcar.

Y ahora imagina que no es leche condensada...

¿Quieres?

Yo quiero que te corras pensando en mí.

Puedo hacer que te corras pensando en mí.

Puedo.

Puedo escribirte las cosas más calientes.

Puedo.

¿Quieres?

lunes, 21 de noviembre de 2011

Sentirme Puta

Dos o tres veces al año me visto de puta. Minifalda indecente de plástico imitando el cuero, botas de fino tacón incómodas como la madre que las parió, de esas que terminan en chúpame la punta y te rozar la parte de atrás de las rodillas. Y sujetador de cortinilla en vez de camiseta. Sin bolso, cabello recogido en una cola muy alta y la cara pintada como si fuera carnaval. Al tener el culo grande la parte baja de las nalgas se escapan de la falda, y sin inclinarme ya se ven mis redondeces plenas. Eso vuelve locos a los hombres que pasan por la calle; de noche, caminando o en coche, se paran a mirarme. Mi vestimenta es tan burda que piensan que puedo chupárselas por 20 euros, y hacerles un completo por poco más del doble.

Pinta de furcia viciosa…
Me miran las tetas y piensan en correrse en ellas. Miran mi rostro e imaginan en cómo lamerían mi cara desdibujando el carmín rojo de los labios. Me miran el culo y se les van las manos a azotarlo, una y otra vez…

Me encanta sentirme suciamente deseada.
Un par de veces al año quiero sentir que los hombres quieren solo usarme…

Se me acercan ya con un par de euros en la mano, con palabras guarras en la boca y los ojos desnudando lo poco que queda por desnudar. Mi cuerpo se insinúa bajo la tela y con movimientos sensuales ofrezco el género que vendo. Si el tío no viene marcando una buena erección abultando la bragueta ni le miro a la cara. Empalmada hasta reventar, así quiero la polla que busco…  Es el sentimiento que necesito, lascivia, lujuria, vicio… No quiero solo sexo… quiero algo más.
Se para un coche y de él sale un tipo elegante, de esos que me cortarían el hipo si fuera con mi ropa cara y del brazo de mi novio, abogado. Me jode que aun así vestida me busquen los dandis, que no vayan a gastar sus sueldos con las putillas de largas piernas abiertas que esperan entregadas sobre la colcha de seda de una habitación de hotel. Mi rostro pierde la sonrisa invitadora que hace un momento asomaba, y el enchaquetado entiende la indirecta y deja de avanzar. Sabe que no me voy a subir con él al coche, ni le mamaré su polla perfumada escondida bajo unos calzoncillos de Calvin Klein. No lo entiende, eso sí se ve a simple vista. No comprende que prefiera esperar a la intemperie vestida de esa guisa en vez de disfrutar del asiento de cuero y del trozo de carne limpia que me ofrece. Una polla, al fin y al cabo, como la que tengo en casa…

Quiero unos jodidos dedos encallecidos… Tanto por utilizar las manos con unas sucias herramientas como de machacársela todos los días.
Trabajo duro durante la jornada, olor a sudor en la ropa. Cerveza en la boca, orina en el pantalón vaquero. Tierra en las botas…

Quiero que un hombre me folle el coño hasta reventarlo, que me diga guarradas mientras me escupe entre las dos nalgas y mira como resbala su saliva hasta su polla tiesa. Quiero un hombre que me azote el culo con rudeza, que me estrelle los huevos contra los muslos y me deje tan mojada que pueda escuchar el ruido que hace su pelvis al chocar contra mi cuerpo por encima de sus propios gemidos. Quiero un hombre rudo que se corra entre embestidas y me siga follando porque no se ha saciado. Quiero alguien que me muerda las nalgas y que me deje los colmillos marcados.
Quiero ser usada como objeto sexual por el mero hecho de serlo, por unas horas…

Puta bajo la ropa de saldo del rastro…
Esa polla que aparece ahora al bajarse un macho de una moto embarrada es la que me enciende. Pantalón gastado y manchado de aceite, pinta de no haber sido lavado en varias semanas, de haber aguantado varias corridas y varios revolcones por el suelo, arremolinado en los tobillos. Me mojo los muslos, ya que no llevo bragas, en un momento al imaginar esa bragueta restregada contra mis nalgas. Me caliento, y nadie sabe de qué forma, cuando la mano dura y vellosa se recoloca la verga al poner los dos pies en el suelo. Camisa de franela a cuadros, chaqueta de imitación a cuero. Casco integral con varios golpes, al igual que la moto. Pinta de leñador, fuerte y descarado.

Respiración agitada, la suya y la mía. Boca seca y lengua que se muere por lamer el sudor de la piel que está a punto de frotarse con la mía. Quiero ese cuerpo estrujando el mío contra la pared de un sucio callejón, que me eleve las piernas y me las coloque rodeando su cintura, y me sujete contra sus caderas. Que mis tetas se estrujen en su cara y sus manos se pierdan en mis nalgas, separándolas y ofreciendo mis entrañas a su polla tiesa. Quiero que me perfore en su primera embestida, y en la segunda, y en la tercera… Quiero sentirme dolorida porque su verga sudada y viciosa me ha destrozado el coño durante minutos interminables, hasta correrse dentro, y gotear contra sus botas llenas de tierra. Quiero gemir en su boca y que él gima en la mía. Quiero morderle los labios y que él me los devore con fiereza. Me muero por correrme en su miembro desconocido, restregar mi vulva contra su pelvis hasta arrancarme mi propio orgasmo… Necesito sentirme sucia, necesito sentirme puta.
No quiero una polla fina. Quiero la verga viciosa de ese hombre que ni se ha quitado todavía el casco de la cabeza. Quiero la sensación de ser una furcia sintiéndolo metido entre mis piernas. Quiero volver a casa y no bañarme cuando me meta en las sábanas de seda. Conservar su saliva y su semen corriendo por mis piernas… eso quiero. Oler a macho, como yo ahora huelo a hembra en celo.

Vuelve a tocarse la polla… Esta vez es una invitación.
-          ¿Tienes otro casco?


4 comentarios:

  1. Estimulante hasta decir basta.

    No hablo solo del aspecto fisiológico (cómo me has puesto querida) sino también del intelectual.

    Al leerte todo parece real, todo parece estar pasando frente a mis ojos. Más aún, me haces sentirme el tipo elegante, el motero leñador y...hasta tú.

    Y lo mejor, es que sé que puedo ser cualquiera de ellos contigo. Mil besos

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  2. Éste relato expresa una gran verdad: Puta por una noche!!!!! ya lo creo que sí!!!!!

    Fíjate que es una fantasía recurrente entre las mujeres, grupete en el que me incluyo.

    La parte del motoquero... me desesperda! ahí tienes otra fantasía...

    Besote!

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  3. en el papel de puta se juntan tu hambre y las ganas de comer del macho

    conjunción perfecta!!

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  4. A mí lo de vestirme de puta me pasa de corriente, y lo de hacerlo quizás no tanto pero también.
    Es muy difícil resistirse a esa tentación que te llama desde la puerta del armario, caliente y deseosa de aferrarse a ti como el bochorno del verano.

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