¿Lees novela erótica? ¿Te has corrido alguna vez cuando tus ojos se deslizan por las palabras escritas en páginas amarillentas, mientras sientes los latidos atenazando tu polla caliente y dura en el pantalón vaquero?

¿No has sentido como un escalofrío recorre tu espalda desde el pubis, dándote la sensación de que necesitas aire... o mejor, una boca que recorra esa verga erguida desde su base hasta la punta? Muy mojada, mucha saliva caliente resbalando por unos labios carnosos pintados de rojo que se desdibujan manchando el rostro femenino.

Mi rostro...

En su defecto puedes masturbarte, agarrar firmemente tu polla con la mano, rodear el capullo con los dedos gruesos y sentirla palpitar. Gemir.

¿Quieres correrte leyendo novela erótica? ¿Quieres que escriba porno para ti? ¿Quieres recordar estas palabras mientras estás conduciendo, acostado en la cama, o duchándote? ¿Quieres sentir como se te pone dura cuando el agua acaricia tu culo al entrar en el mar? ¿Quieres imaginarme jadear tu nombre mientras estamos separados, fantasear con cómo me masturbo tirada sobre la alfombra de mi dormitorio, como me penetro yo misma y me lamo los pezones... pensando en ti?

Como me estremezco al correrme... gritando tu nombre.

Imagina leche condensada resbalando por mis nalgas. Y ahora imagínala resbalando por mi coño rasurado. Imagina que la lames, que la chupas entera, y que yo te acompaño. Que nos pringamos entre sudor y azúcar.

Y ahora imagina que no es leche condensada...

¿Quieres?

Yo quiero que te corras pensando en mí.

Puedo hacer que te corras pensando en mí.

Puedo.

Puedo escribirte las cosas más calientes.

Puedo.

¿Quieres?

viernes, 30 de septiembre de 2011

Degustarme...

En el suelo… déjame sentir la seguridad del suelo en mi espalda porque ahora quiero perder la cabeza. Arrodíllate a mis pies, ven a venerar mi entrepierna…

Mis piernas flexionadas, la piel delicadamente tocada por medias de costura en la parte posterior, estilo vintage, con liguero sujeto a mi cintura. Ábrelas… pon tus manos fuertes en mis rodillas unidas y deslízalas por el interior de mis muslos, separándolos. Roza la piel que no cubre la media, regálame ese escalofrío al sentir allí tus yemas.
Y míralo… Mira mi coño cubierto por mi tanga, un leve triángulo de tela negro cubre solo el monte de Venus. Después, una sarta de perlas recorren desde el clítoris a la unión de las dos nalgas, donde pierdes la cuenta de cuantas hay en la prenda.

 Lo miras…
Te agradan mis labios mayores sonrosados y plenos, completamente depilados; carne trémula para deshacer entre tu saliva y tu lengua.

Lo observas…
Te fascinan los labios menores oscuros y brillantes que escapan tímidamente de entre los pliegues de sus hermanos mayores. La entrada a mis entrañas, más abajo, solo la imaginas. Y mi ano, custodiado por las dos redondeces tersas y duras que son mis nalgas…

Mi clítoris… Ese bultito de mis tormentos bajo las perlas blancas. Casi puedes sentirlo latir bajo tu atenta vigilancia, como crece y se enrojece mientras tus ojos espían esas zonas íntimas.
Y por fin lo notas, cómo me mojo… De mis labios menores resbala ahora hasta las nalgas una sustancia blanquecina y cremosa. La ves vestir mi entrepierna mansamente, sin prisas, dejándome dispuesta a tus placeres.

Aspira…

Huelo a sexo… Y lo sabes. Mujer caliente que se rinde a tus ojos para deleitarse luego con tus labios, tu lengua y tus dedos. Huelo a mujer, no a perfume, huelo a promesa de una buena corrida entre mis piernas. Huéleme, que quiero que me recuerdes así… cachonda y llena de deseo hacia mi macho.
Sopla…

Sopla sobre mi clítoris y observa cómo se retrae su funda al hincharse. Frunce los labios y dirige allí tu aire, a ese punto vital que ahora me mantiene secuestrada el alma… Sopla con tu aliento caliente, que nacido en el pulmón se dejó seducir por la garganta, donde se acompañó de un gutural gemido que es promesa de los que vendrán, prendidos de tu polla al encuentro de tu boca. Porque así te quiero… caliente para mi coño…
Tira con tus dedos del triángulo de tela y restriega con movimientos expertos las perlas sobre mi sexo, y observa como las lubrico con mi esencia.  Hazlas girar alrededor de mi clítoris y de mis labios, y escúchame gemir con su contacto. Mis rodillas tiemblan…

Rompe el tanga, por favor. Regálame el sonido de las perlas chocando y saltando a mi alrededor. Y ahora, libre de un tirón cuando tus dedos se enredaron en la delgada tira adornada, deléitame y extasíate acudiendo a mí tu boca. Tus labios besando mis labios como si fuera mi boca; introduce tu lengua traviesa entre mis pliegues para saborear mi coño.
Soy salada, algo agria, y muy caliente. Cremosa…

No soy dulce… Nunca te sabré a miel, ni a néctar. Si esperas eso… es que no me conoces… Yo soy sexo, y de esa forma mi sabor te inundará y te hinchará la polla.
Tu lengua tiene que abrirse paso por mi flujo ahora… Lo notas más espeso, más denso. Eso te encanta. Deja tus dientes rozar el clítoris en movimientos regulares mientras que esa lengua gorda y caliente me saborea entera. Presiona con esos dientes, aráñamelo… Muérdemelo…

Chupa… Trágate mis labios, mételos en tu boca y haz que maravillas con tu lengua. Recórrelos, saboréalos. Come mi coño, cómelo.
Y lléname el coño con la lengua, métete dentro, presiona fuerte… Busca mis puntos exactos donde hacerme estremecer… Rodea mi clítoris con esos dientes, chúpalo mientras yo aferro tu cabeza contra mi vientre, que necesito poder sujetar tus cabellos para no desvanecerme. Me encanta como me lo comes, me encanta como te mueves.

-Cómete mi coño, cabrón. Come…


1 comentario:

  1. Este relato es una obra maestra de la literatura erótica. La autora desmenuza el arte de una comida de coño sin dejar dealle y brindando a lenguas menos expertas el recorrido que debe de seguir una buena lengua a la hora de degustar y saborear un coño.

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